Pude escoger el miedo
y negociarlo en la playa
por unas horas
de mar tranquila
y sin sobresaltos.
Pude escoger el olvido
y preferir los toldos de los gitanos
a la seguridad de un lugar
en el árbol genealógico
de los abuelos.
Pude escoger el tedio
llenar las paredes
de espejos
y sembrar el jardín de rosas artificiales
para perpetuar la rutina
y el aburrimiento…
Pero preferí el mar abierto
la lucha de corsarios
y piratas
la búsqueda del cabo
de la Buena Esperanza
y los estrechos
plenos de angustia
de los mares
de los conquistadores.
No quiero enviar mensajes
en botellas vacías
ni encender hogueras nocturnas
en islas imaginadas…
reniego de los rescates
y de los reencuentros
con orgía de lágrimas
y abrazos.
No necesito la luz de los faros
que confunden la noche
y manipulan la esperanza.
Solo pido la libertad
de la tragedia
la música resistiendo
hasta la nota final
y mi barco rugiendo
hasta el último extravío!
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