No dejes de llamarme
Si no aparece
Tu nombre
En las nubes grises
Del alba

No dejes de llamarme
Si el arroyo
Que canta en tu patio
Enmudece de pronto
Se arrincona
Debajo del mango
y del ciruelo
Y solo refleja sombras
En su cauce

No dejes de llamarme
Si la brisa
Se agazapa en tu puerta
Como una indigente
Sin manos y sin voz
Para la súplica

No dejes de llamarme
Si la tarde se alía
Con la noche
Y esconden la luz
Antes de que el sueño
Te empuje al descanso

No dejes de llamarme
y, mientras llego,
cancela todos los compromisos
baja las cortinas
ten las llaves listas
y espérame en la puerta
vestida de blanco puro

no culpes a la brisa
ni a la noche
ni al alba
ni al arroyo
que confundió su canto

díles que vengan
con nosotros
porque compartimos
la misma enfermedad
la misma ausencia
en el alma

en unas horas cruzaremos
la montaña
y veremos el mar que nos espera
con sus ojos azules
su sonrisa de niño
y un tropel de tempestades
en sus entrañas

te confieso que era yo
quien quería llamarte