Cuando muera el último
no habrá funeral
ni responsos
ni misas
ni manos
para el adiós
ni sollozos
de rutina
Se marchará sin descifrar
el misterio
no será ni siquiera
olvido
y mucho menos
recuerdo
pero alcanzará
a escribir
entre los harapos
del mundo
sus últimos versos
“Doné mis ojos
al tiempo
mis oídos
a la furia del mar
mis manos y brazos
a la selva infinita
mi corazón
a la libertad del viento
es muy posible
que con ellos
renazca para siempre
la poesía”
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